sábado, enero 26, 2008

PATO NO VALE



Las instituciones religiosas están llamadas a proteger, orientar, y procurar la paz y el civismo de sus miembros como del resto de la sociedad. No deben ser el verdugo ni el que incita a la violencia verbal o física, tampoco el que margina y promueve rechazo.


Por otra parte, el gobierno -el que sea- debe procurar y asegurar que ningún componente de la sociedad que marginado por la razón que sea. El gobierno debe garantizar los derechos de todos, eliminando cualquier atisbo de discrimen de cada una de sus leyes y reglamentos.


Una sociedad que se llama a si misma civilizada y democrática, procura el bienestar de cada uno de sus miembros y rechaza con pación y contundencia, cualquier rastro de marginación y odio contra uno o más sectores de su composición.


Basta ya de la locura seudo cristiana y seudo cívica que está pudriendo nuestra vida diaria, envenenándonos con odio irracional y con violencia innecesaria.