domingo, septiembre 11, 2005

Pre concebido

J unto a un torrente de calido néctar, de abrazo húmedo, surgió en grito de conquista; desenfundo el corazón, cual armadura secreta. Desato entonces, un rumor de nobleza desconocida. Se dice que en su atisbo, abrazo mares y tierra, desterró de si, el ego, la codicia, el desamor. Extendiendo sus manos, con sonrisa en piel y alma, llenó de azul gris todo cuanto vio, y todo cuanto quedo por ver. Pronto, rayos dorados se hicieron conocer, cual oro fundido, cual hijo del sol.
El camino no pudo ser más pétreo, más oleoso, pero en majestuosa creatura, no hay límites, no hay asomo de cansancio del ser. Brilla en intima humanidad, en humana intimidad. Se han visto frondosas lagrimas recorrer su fas, tras arrebato de dolor, mas no del propio, si no de quienes guarda con celo feroz.

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